Restos diurnos

No todo es vigilia la de los ojos abiertos, decía Macedonio.

My Photo
Name:
Location: ana.supernova@gmail.com

Friday, March 02, 2007

Uma T

Anoche soñé que salía con el tecladista de Babasónicos.
En el ranking de sueños con la farándula cuento besos con Bowie, caminatas con Roger Waters por Belgrano y exhortos a Yoda a usar la Fuerza; supongo que el de anoche entra en mi top ten tranquilo.
Uma T me ha deslumbrado desde aquel reportaje con D'argelos en Televisión, un programa de Pergolini en América en que el 'transgresor' [:rolleyes:] más famoso pasaba resúmenes de medios y nos ilustraba sobre las bondades del chat. Yo tenía trece años, catorce como mucho. Desde entonces, lo he visto de pie tras cables y chapas en más recitales de los que recuerdo, lo he visto en Gente con Sofía Gala, lo he visto ir de rasta hardcore a la madurez actual de hoy, esa edad en que las minas se apuran por casarse y los tipos empiezan a ponerse interesantes.
En el sueño, el famoso ciclo de cultura veraniego de Tellerman me había llevado a estar viendo Rambo (?) en pantalla gigante en la Avenida de la Rábida, cosa de añadir más caos al tránsito. Del otro lado de la Plaza tocaba Babasónicos y de la nada me vi en una double-date, yo con Uma T y otra piba -que se suponía era mi amiga- con el hijo de Rolo. Me quedó hasta despertarme la sensación de euforia al ir caminando con el pibe y diciéndole que ¡ay! era muy lindo. El chabón me contestaba que sí, que sabía que lo era y ahí es donde la pequeña Ani sintió el rugido del vinilo rayándose.
Vanidad: en mis vigilias he tenido rabietas ante la vanidad masculina respecto de la virtud belleza. Admiro su Mojo erigido en otras áreas -cómo olvidar el 'me gustan las tontas, total para inteligente estoy yo', o el atractivo del hombre que se apasiona por lo que hace, el atractivo del artista- pero no da un tipo que se mire al espejo más que una. Simplemente no da, es un turn-off básico.
El sueño con el novio de Sofía Gala se me hace ambiguo entonces, me deja ese gusto circular de fantasía autogenerada y autoextinta, y me deja, por qué no, la lección implícita de que a todo Adonis siempre le llega su jabalí.