Restos diurnos

No todo es vigilia la de los ojos abiertos, decía Macedonio.

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Wednesday, May 30, 2007

Fairy tale

Ella se fue afirmando con convicción que los elfos eran feos y dio el equivalente a un portazo al cerrar la sesión. Afuera el frío helaba pero vivir en acaso el barrio más lindo de la ciudad valía la bufanda y la torpeza de los guantes. Defensa los domingos tiene algo de infinito, con fragmentos de tiempo exhibidos sobre telas y palabras que, balbuceadas en otros idiomas, no hacen más que extender la pesadilla. Cada centímetro de vereda es un hogar para el feriante; cada esquina es un puerto, cada gesto una foto.
El guardían del pasaje San Lorenzo era una marioneta como las de June Miller; los turistas se amontonaban, las nenas se asombraban ante el anciano duende. El latoso titiritero aconsejaba a la audiencia sobre la conveniencia de creer en las hadas y ganarse su protección incondicional, aún durante el sueño...

Hace rato que ella está peleada con tanto duendes como hadas. Los duendes son el velo de una parte suya exiliada con su infancia de equipaje; las hadas son las ex novias de todo aquel a quién amó, más lindas, más sabias, mejores que ella pues hablan francés. En el odio se afirma su fe extrema, en el peso se erige la necesidad de aliviarlo.


Al final de la función, el público arrojó sus chelines al frasco del anciano y partió satisfecha: la gente adora comprar fantasías. Ella se acomodó el sombrero y se alejó creyendo ya no necesitarlas.